La cuestión del idioma

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“Si tuscanas examinemus loquelas non restat in dubio quin aliud sit vulgare quod querimus quam quod actingit populus Toscanorum”. Es Dante quien en su “De vulgari eloquentia” refiere: El padre del idioma Italiano, reflexionando sobre el vulgar ilustre como modelo linguistico del Italiano, afirma que “si examinamos los dialectos toscanos, no hay duda que el vulgar que buscamos sea aquel que se adhiere al pueblo toscano”

El mismo Dante con su monolítica "Commedia" elevó el idioma vernáculo a una lengua literaria, despojando al latín antes de que fuera una lengua internacional oficial. La lengua vernácula, en ese momento, se dividió en numerosas variantes dialectales que resultaron, de hecho, un idioma heterogéneo difundido en toda la península. A la Escuela Poética Siciliana, además de la introducción del soneto como la métrica principal, se le atribuye haber, incluso sin una formalización real, ennoblecido el uso del idioma vernáculo, incluido en la producción literaria escrita.

El de los sicilianos, más que una institución académica, un movimiento cultural real, era un vulgar "alto", cortés, pero no codificado, y por esta razón una estandarización linguistica uniforme que, de hecho, era imposible.

La cuestión del idioma seguirá siendo por siglos un problema sin resolver, una disputa acalorada, que se desarrollará a lo largo de la historia italiana y que acompañará sus acontecimientos políticos y sociales.

Incluso en los dos siglos siguientes, el debate linguistico será siempre animado y acalorado, sin embargo, Alessandro Manzoni marcará un punto de inflexión decisivo. En su libro “Dell'unità della lingua e dei mezzi di diffonderla” de 1868, el autor de "Promessi sposi" atribuye al florentino un papel esencial en la unificación, no solo linguistica, sino también social y cultural de Italia. En aquellos años la unidad del país era historia reciente. El Reino de Italia, de hecho, se proclamó solo siete años antes, el 17 de marzo de 1861, como un testimonio de la profunda interconexión que vincula el idioma y la sociedad.

Los Florentinos están particularmente orgullosos de su hablar, el cual no pretenden disminuir a dialecto, sino al que se refieren como un idioma real. Estudiar el Italiano en Florencia, justo aqui, donde nació, ofrece una perspectiva histórica, cultural y, por qué no, una profundidad artística innegable.